Nos fuimos quedando en silencio, de Daniel Mansuy

Por Patricio Navia

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En un muy bien escrito -pero mal titulado- ensayo, Daniel Mansuy se une a un extenso número de intelectuales que han intentado explicar el Chile actual. Afortunadamente, Mansuy no cae en el voluntarismo nostálgico izquierdoso que cree que Chile avanza en la dirección equivocada, pese a toda la evidencia existente que dice lo contrario. Tampoco peca del optimismo militante y dogmático de los talibanes del modelo que creen que no hay que cambiar nada.  Más bien, Mansuy intenta explicar las bases del modelo y porqué esas bases generan esa polarización que aparece cuando los chilenos de distinto color político intentan explicar Chile.  Porque es demasiado joven como para haber vivido el Chile de antes y porque tampoco carga con el peso de haber defendido la dictadura, Mansuy tiene la libertad para destacar lo que está bien con el Chile de hoy y para identificar lo que está mal y lo que todavía está contaminado por el doloroso y polarizador legado de la dictadura militar.

Mansuy es un filósofo político, doctorado en la Universidad de Rennes y académico en la Universidad de los Andes. También es un prolífico columnista y participa activamente del debate público desde el Instituto de Estudios de la Sociedad.  Nacido en 1978, Mansuy no tenía edad para votar en el plebiscito de 1988.  Luego, no está contaminado por la polarización que marcó a los que tuvieron que elegir entre apoyar la extensión de la dictadura y la continuidad del modelo neoliberal o apostar por un retorno a la democracia que implicaba el riesgo de adoptar políticas retrógradas. Mansuy tampoco vivió como adulto la década de los 90, que Alfredo Jocelyn-Holt brillantemente resumió como cuando pasamos del “avanzar sin transar al transar sin parar”.

Mansuy cumplió los 18 recién en 1996. Cuando arrestaron a Pinochet en Londres, Mansuy solo tenía 20. Por su edad, no le debe explicaciones a nadie por sus posiciones políticas. Tampoco está en condiciones de exigirlas más allá de lo que cualquier ciudadano puede exigir a sus mayores respecto al país que le están heredando.

Sin cargar con las nostalgias y culpas del pasado, Mansuy habla del modelo de democracia protegida y de la transición a la democracia con brillante claridad. Claramente explica por qué el debate a menudo se degrada por las lógicas dicotómicas de la transición: el modelo neoliberal es de Pinochet, luego es malo o la Concertación legitimó el modelo, luego el modelo es bueno.  En uno de los pasajes mejor logrados del texto, Mansuy explica cómo el debate se reduce a los que creen que lo público es estatal versus los que creen que lo público es—pese a la contradicción—privado.

El título de su libro, Nos fuimos quedando en silencio, que se inspira en una canción de 1979 del dúo Schwenke y Nilo, critica la incapacidad de la élite intelectual para reconocer las contradicciones y tensiones sobre las que se construyó nuestra democracia. Esa incapacidad imposibilita que la izquierda reconozca los logros del modelo y que la derecha reconozca sus limitaciones.

Huelga decir que Mansuy no cree que Chile esté en una crisis terminal, que el fin del modelo sea inminente o que el lucro sea la causa de todos los males. Pero Mansuy no desconoce la debilidad de nuestro estado, que no cumple su tarea de facilitar la inclusión social, y está muy consciente de las desigualdades que todavía persisten en nuestro país y que imposibilitan que la gente pueda participar con igualdad de derechos en la sociedad y el mercado. Por sobre todo, Mansuy se hace cargo de la necesidad de pensarnos en sociedad. Después de todo, como acostumbra decir Marco Enríquez-Ominami, no se trata solo de vivir mejor, sino de vivir mejor juntos.

Afortunadamente para Mansuy, pocos asociarán el título del libro a la letra de la canción de protesta del dúo valdiviano.  Escita en uno de los periodos más críticos de la dictadura, la canción lamentaba que los chilenos nos hayamos quedado en silencio “mientras en las poblaciones, los obreros comen viento… Nos callamos en la hora de decir nuestras verdades, porque era conveniente salvar nuestra propiedad”  A partir de la propia descripción de Mansuy, sabemos que si hay algo que los chilenos ya no hacen es quedarse en silencio.

Es verdad que todavía persiste, en particular en las generaciones traumatizadas por la polarización de los 60, la UP, la dictadura y la compleja transición a la democracia, una dificultad para pensar el futuro sin caer en la caricaturización de buenos y malos. Pero en general, los chilenos muestran hoy más que nunca antes en nuestra historia expectativas de que el futuro será mejor que el pasado y que sus hijos estarán mejor.  Pero no basta con el optimismo, necesitamos más diálogo.  En eso, Mansuy correctamente describe el problema del Chile actual. Pero equivoca el título, en tanto los chilenos no nos hemos quedado en silencio. Al contrario, a veces hablamos tanto que se nos hace difícil escuchar a los otros.

Fuente: El Líbero